Hace como nueve meses que un microscópico pero nefasto virus detonó una crisis sanitaria y económica mundial que cambió la trayectoria de la humanidad. El desenlace final aún es incierto, pero ya se sabe o mejor dicho, aprecia que a pesar del tremendo impacto, habrán países que aprovecharán la crisis para hacer cambios que sólo ésta, los vuelve posibles.
La pandemia ha sido un elocuente recordatorio de asignaturas pendientes: hay que invertir en sistemas de salud pública sólidos, pues es imposible construirlos de la noche a la mañana, cuando se enfrentan emergencias sanitarias. La inversión pública en investigación científica no es un lujo, es una necesidad existencial. No importa qué tan sofisticados sean los sistemas de salud en los países industrializados, si no cerramos la brecha con los países en desarrollo, todos estamos o continuamos en riesgo. La destrucción del medio ambiente hace que la tierra nos recuerde con creciente contundencia que sólo somos sus invitados y que espera nuestro respeto. Si seguimos devastando bosques y áreas naturales, asumiremos costos crecientes -en lo económico y en vidas humanas- por otras pandemias y fenómenos meteorológicos cada vez más graves.
Una crisis así acelera un montón de tendencias que ya se iniciaban, es como una tecla del tablero de la computadora “Avpágina”. En lo geopolítico, aceleró el inminente conflicto entre Estados Unidos y China; y otros mundiales que muy sutilmente se desarrollan de forma encarnizada en acuciante silencio y que cómodamente se les ha denominado conspirativos ....?. Los procesos de digitalización son los que han avanzado en tan sólo semanas, lo que antes de la pandemia se creía que tomaría años. Esto, sin lugar a dudas, incidirá en mayor productividad y eficiencia, y acelerará procesos de automatización y robotización que comenzaban incipientemente. Se volvió invaluable que una máquina no requiera cuarentena, ni sea susceptible de contagio, simplemente recibe información y genera resultados de manera normal. La pandemia también está acelerando una tímida transición global hacia energías renovables, toda vez que los combustibles fósiles van iniciando su salida. Por otra parte, se aprecia un avance incontenible que emerge la necesidad de políticas ambientales que se manifestarán en exigencia hacia industrias y gobiernos que tendrán que lograr mucho más de lo obrado hasta ahora y que además demuestren su efectividad y existencia veraz de resultados medibles.
La gran pérdida económica y el descomunal estímulo fiscal y monetario, al que han tenido que recurrir los desesperados gobiernos de los países más responsables con su pueblo; sin duda, provocará una enorme presión fiscal en la gestión 2021 y hacia adelante. Retornar a un equilibrio fiscal razonable será un desafío titánico. El reto será hacer más pero con menos; gastar mejor y de forma muy transparente, evitar el desperdicio, tal vez utilizando lo mejor de lo que ahora se denomina economía circular que a partir de la Cumbre de Río 1992 se denominó “desarrollo sostenible” de la humanidad en el siglo 21. De lo contrario, el colosal endeudamiento heredado y el actual que ha sido inevitable en el transcurso de este año y que será de los próximos inmediatos, lastimosamente se convertirá en una poderosa camisa de fuerza para las generaciones futuras.
Para Bolivia el reto será mucho más cuesta arriba. Mientras otros países se endeudaron para evitar la quiebra de empresas y el cierre permanente de negocios, buscando que la recuperación sea posible; el estímulo en Bolivia no se dio, cientos de negocios cerraron y otros más cerrarán en forma permanente; serán muy escasas las obras de infraestructura que inyecten productividad en nuestra economía y aunque se dio espontáneamente, un débil surgimiento de unas pocas iniciativas privadas, sin contar con el debido apoyo o incentivo gubernamental para llenar huecos del mercado interno. Después de perder catorce años de verdadero crecimiento productivo en tiempos de bonanza, nuestra economía intenta presentar apenas un modelo de agricultura intensiva privada, altamente tecnologizada y apoyada con maquinaria agrícola de punta y que se ve poco halagüeña en cuánto empleos directos dignos y estables podría ofertar; modelo de dudoso resultado para la economía del país, dada la implicancia que su implantación requirió que simplemente se resume en la ampliación de la frontera agrícola a costa de la pérdida de bosques, áreas protegidas y habitats naturales, propiedad de todos los bolivianos.
Aa la ciudadanía boliviana sólo le queda exigir propuestas y respuestas concretas e innovadoras, transparentes y honestas de los distintos frentes políticos que están inmersos en sus campañas electorales para el próximo 18 de Octubre del año en curso.